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            TERESA DEL CONDE. 
             
            JUAN SORIANO EN PERSPECTIVA. 
             
                         
                         
             1 . 2 
            . 3 . 4 
            . 5 . 6  
             
             
            Desde muy joven, con Chucho Reyes precisamente, oí muchos libros 
            de arte. En Guadalajara había cosas bellas que ver, cuadros 
            de José Maria Estrada, pintura del siglo XIX, maravilloso arte 
            colonial; con Chucho, además vi libros y revistas ilustradas 
            con pinturas y esculturas de todas las épocas y desde entonces 
            empecé a tener amor por todas las cosas del pasado. Quise entrar 
            a San Carlos por consejo de Xavier Villaurrutia, que me hacía 
            muchas recomendaciones mientras pintaba su retrato. Hablé con 
            Rodríguez Lozano y fui a la academia. Encontré a Manuel 
            dibujando un desnudo masculino; fue muy simpático y cordial 
            conmigo. Me puso a dibujar, pero luego fue a mi dibujo y me corrigió: 
            Mira, aquí hay una línea que es convexa, 
            y yo la veía cóncava. No volví nunca mas. Entonces 
            hacia posar a mis hermanas y a mis amigos en mi casa, o bien alquilaba 
            modelos que compartíamos varios amigos: Chávez Morado, 
            Ricardo Martínez, Raúl Anguiano. Iba también 
            otra gente que no hizo carrera. Nuestra modelo era una deliciosa muchacha 
            llamada Rosita, menuda y delicada; años mas tarde supe que 
            se convirtió en boxeadora. Después comparábamos 
            nuestros dibujos y los criticábamos. Esto era espléndido 
            y nos proporcionaba un gran aprendizaje. No éramos en realidad 
            dibujantes naturalistas y eso permitía que saliera el estilo 
            de cada uno. ¿No piensas que siempre estás dando tu 
            opinión ante lo que ves? Además, como tu dices, el dibujo 
            es delator, pues esta condicionado por tus limitaciones. Hay gente 
            que todo lo ve seco (o lo dibuja así), o que no siente el ritmo. 
            Entre lo que ves y lo que haces existe un soplo; es como en la ópera 
            en que hay coloraturas, bajos o tenores. Todo tiene un registro. Desde 
            entonces siempre dibujaba, me regalaban animales muertos y pintaba 
            las coyunturas, el caparazón. Todo lo que tuviera el animal 
            o en su caso la planta. Dibujaba todo y todos los días. Hoy 
            en día, diario dibujo por una hora. Estoy haciendo un retrato 
            y he cambiado siete veces la configuración. Dibujo y vuelvo 
            a dibujar hasta que siento que estoy diciendo algo. Es bello ver como 
            da la luz en el párpado o en la comisura de los labios, lo 
            pintas y no se ve bien, no queda expresivo o interesante, entonces 
            lo vuelves a hacer. El lápiz no quiere obedecerte y entonces 
            crees que el dibujo no sirve; lo dejas de lado y tiempo después 
            quizá le veas un interés diferente al que tu le habías 
            buscado al principio. Viendo los libros de arte recuerdo imágenes 
            de mujeres: desde la época de las cavernas hasta el Renacimiento. 
            Te fascinas con la cantidad de maneras con que se puede decir 
            una muchacha; o de los mil modos que puede haber para decir una flor, 
            un árbol. La cosa va adinfinitum. Hay millones de modos y si 
            cada persona tuviera la facultad de dibujar tendría una manera 
            diferente de hacerlo y esto me parece extraordinariamente prodigioso. 
            La naturaleza, los seres, los objetos, jamás se reproducen 
            a través de la mano del dibujante.  
             
            Lo que me dices sobre el mostrar o sobre el no mostrar me hace formular 
            una pregunta sin respuesta. Y tienes razón: muchísimo 
            arte se ha hecho para no ser visto, para encerrarlo en las tumbas. 
            Pero sinceramente te digo: si yo nunca hiciera una exposición, 
            nunca enseñara nada, de todas formas me pondría a dibujar 
            o a pintar con el mismo entusiasmo... 
             
            Cuando niño, o casi niño, hice un bloque de yeso y luego 
            lo desbasté. Me gusta modelar y hacer formas recortadas, en 
            cartón o en lo que sea. Me ha sorprendido pensar en que en 
            la edad de bronce modelaban en cera y luego de allí las piezas 
            eran copiadas en mármol o en piedra. Tienes que tener una idea 
            muy precisa de lo que quieres hacer. Nunca he intentado trabajar la 
            piedra porque yo carezco de esa idea preliminar precisa, en cambio 
            con la arcilla o la cera puedes hacer y deshacer. No entiendo como 
            alguien puede decir que hay cosas sin color. Los bronces tienen color 
            y todo lo que la luz toca tiene color. Los dibujos a línea 
            tienen también color. La línea, conforme la haces mas 
            gruesa o delgada adquiere diferentes tipos de tono.  
            Qué más da que todos los tonos sean azules o marrones, 
            y como dices, en realidad no hay ni siquiera sueños que carezcan 
            de color. Pensamos que los azules y verdes son fríos, pero 
            eso lo afirman los que hablan del color como científicos; cuando 
            se trata de elementos para expresarse todo se vuelve un problema de 
            relación. En mi caso, tu dices que las gamas verdes o azuladas 
            no son frías, pues bien, se trata de un problema de relación. 
            Uso colores muy fuertes, por ejemplo amarillos vivos. Los que ven 
            mis cuadros hacen a un lado los amarillos porque quizás estén 
            mayormente armonizados los azules. El color se puede representar como 
            las gamas de sonidos. Si tu no tienes en tu casa mas que rojo, y te 
            dicen que pintes un paisaje de nieve, usas rojos, y te sale el efecto 
            de nieve. 
             
            Si quieres podemos aclarar esto de los colores así: cuando 
            ves al Greco, a Manet o Piero de la Francesca, hay un dominante frío, 
            en cambio en Tiziano hay un dominante cálido, aunque use azules 
            tan intensos como los de Piero, pero todo se vuelve como si estuviera 
            pintado en una hora crepuscular. Renoir es todo tibiezas, que llegan 
            a veces al exceso (hay cuadros de Renoir cuyos rojos parecen jitomates 
            con crema). Amo en Tiziano todas las cosas que pinto, como la leche 
            que late en los pechos de las mujeres. Velázquez es de una 
            sobriedad, de una elegancia, que lo puedes identificar con un caballero 
            que no opina de nada, como si solo presentara las cosas. En Cézanne 
            hay una predominancia de azules, hay el efecto de varios vidrios superpuestos, 
            y en Modigliani siento la impresión de carne dura, muy joven. 
            Hokusai en cambio carece de carne, es puro signo y movimiento; todo 
            en él se quiebra y se rompe como las ramas de bambú 
            y yo no puedo retener su color, no obstante que las estampas de estos 
            japoneses inspiraron a los impresionistas. Ellos rompieron tanto sus 
            colores que casi acabaron por perderlos, casi diría que terminaron 
            por no tener color, Como la música de Debussy en la que hay 
            muchos agudos. Color tiene Van Gogh, un color de una dulzura que a 
            veces es tal que te hace sufrir, pero también sus dibujos blancos 
            y negros tienen color. Para demostrarte que tienen color te diré: 
            el dibujo blanco y negro evoca todos los colores.. 
             
            Estoy siempre o mas bien me siento muy acompañado por las obras 
            de los muertos. No me importa repetir lo que dijo uno de estos grandes 
            muertos, pero también se que si yo digo algo lo digo de otra 
            manera y con todas las limitaciones inherentes a mi yo. La humanidad 
            viviente esta acompañada por las formas que hicieron los hombres, 
            las filosóficas, las verbales y las visuales. Si no hubiera 
            esto seriamos nada, como changos; para mi el arte es lo primera: el 
            hombre en bruto es un artista que se expresa, que imagina, suena, 
            hace formas. El hombre enamorado es un gran artista: ¿Qué 
            no inventa en estas circunstancias?, pero los que trasladan estos 
            ímpetus y hacen un objeto son los menos, y estos son los artistas. 
            Sin embargo pienso que todos los hombres tienen el poder de recrear, 
            y si ponemos atención podemos darnos cuenta de que es lo que 
            recrean.  
             
            Disfruto intensamente las formas, las del pasado como las del presente. 
            Pero yo no puedo decir globalmente pintores, eso es mucho 
            decir para mi. En realidad hay muchos pintores en uno. Por ejemplo: 
            hay un primer Tamayo, el de los años treinta que me gusta muchísimo, 
            desearía poseer uno de estos cuadros, pero es imposible. Algunos 
            cuadros de Agustín Lazo me atraen enormemente, de Maria lzquierdo 
            me gusta casi toda su obra. Diego, Orozco, Francisco Gutiérrez, 
            que se murió de un tumor en el cerebro y que se encuentra casi 
            olvidado. De niño admiraba muchísimo la obra de Estrada 
            y la de Hermenegildo Bustos, porque tenía oportunidad de ver 
            los originales. Hoy en día me gustan muchas de las cosas que 
            hace Toledo. Entre los abstractos disfruto a Manuel Felguérez 
            y a Vicente Rojo, aunque nunca intentaría hacer algo semejante 
            a lo que hacen ellos. Quise hacerlo, pero no lo logré, no puedo 
            hacer cosas si no son legibles. No puedo hacerlas, pero si me satisface 
            verlas. Indudablemente que en la pintura abstracta hay cosas impresionantes. 
            Mira, Felguérez me da la impresión de que es capaz de 
            transformar un reloj en una víscera y él no se da cuenta, 
            pero para mi que él parece estar transformando los interiores 
            del cuerpo humano en formas geometrizantes. Así es el arte, 
            uno se propone algo y sale otra cosa. Las pinturas, aunque así 
            lo crean, no son intelectuales, porque creo que lo puramente intelectual 
            mata el arte y mata todo, ser intelectual no es ser inteligente ni 
            artista, es tener clichés o formulas, es lo que se conoce por 
            racionalizar, o al menos eso creo yo. 
             
            Estoy de acuerdo en que por lo pronto ya conviene entre cerrar la 
            puerta. ¿Tú crees que salí de Guadalajara?, casi 
            es la única tragedia que tiene uno: que no acaba de nacer nunca... 
            Estoy continuamente naciendo, y por eso me identifiqué con 
            la aurora de que habla Maria Zambrano. En Italia hay un Culto a la 
            aurora, ella es promesa eterna de cada día, antes de que venga 
            la verdadera luz. Es el mismo miedo que tenían los aztecas, 
            de que a lo mejor el sol no salía. ¿Y si este amor no 
            fuera nada? -como decía Pellicer-, ¿nacerá o 
            no nacerá? Para mí esta angustia del nacer cada día 
            conforma la verdadera biografía de un artista, o de un hombre, 
            que como yo ha querido ser artista... 
             
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