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            TERESA DEL CONDE. 
             
            JUAN SORIANO EN PERSPECTIVA. 
             
                         
                         
             1 . 2 
            . 3 . 4 
            . 5 . 6 
             
             
            Creo que no hay evolución en un artista, ¿te acuerdas 
            del caso de Pessôa, el poeta portugués? Escribe firmando 
            los poemas de tres maneras diferentes porque en él hay tres 
            estilos diferentes. Hay varios artistas que deliberadamente firman 
            sus obras con nombres distintos y en el arte figurativo hay varias 
            gramáticas, como podrían ser el inglés, el francés 
            y el portugués. Así como el cubismo fue una gramática 
            corta, así también yo me pongo limitaciones para ver 
            que podría yo sacar a través de ellas. Son juegos del 
            espíritu, pero lo fundamental de la personalidad esta allí 
            y se expresa con una gramática o con otra. 
             
            Cuándo fui a Roma por primera vez ¿Sabes que sentí?, 
            sentí que volvía a Guadalajara, donde no había 
            regresado por mucho tiempo desde que me vine a México. Lo que 
            más recuerdo es la Piazza Navona. El olor, el color, todo lo 
            que me rodeaba, el calor. Era como si hubiera regresado a Guadalajara, 
            pero después me di cuenta de que había grandes diferencias. 
            Todo lo que en Italia era barroco a mí me parecía neoclásico 
            porque el barroco mexicano es mucho más rico y complicado: 
            es churriguera. Las imágenes que yo traía de aquí 
            se volvieron más claras, se aguzaron. Siempre que cambias de 
            lugar o de país, sucede que todo lo que has vivido antes se 
            reconcentra y huele más fuerte y además siempre hay 
            la nostalgia de que eso ya se vivió. Mejor no regresar 
            al pueblo, como decía López Velarde, y mejor no 
            regresar, porque uno y a ha crecido, tiene otro tamaño, y todo 
            aquello ya no se puede vivir de la misma manera, se vive como una 
            compañía melancólica: vuelven tus amoríos, 
            tus fracasos, tus neurosis, tus placeres, pero ya pasaron, no pueden 
            ser revividos. Además Europa no es para nosotros algo extraño, 
            es como encontrar parientes cercanos muy fuertes. Las plazas de Roma, 
            las fuentes, las calles, te hablan de algo que conoces, quizá 
            por intuición o por herencia, desde toda la vida. Lo que oyes 
            de niño: que el Papa te excomulga que los Colonna, que los 
            Orsini y cosas aún más tempranas; casi me desmayo cuando 
            vi a Marco Aurelio en su caballo, porque pensaba en la estatua de 
            Carlos IV Antes no había sentido el placer de gozar con la 
            belleza de la arquitectura, que allí marca un espacio emotivo 
            y maravilloso. Me enfrenté con puras cosas que son importantísimas 
            para nuestra forma de ser espiritual, como leer un poco de Dante, 
            y a Ariosto, en la lengua original. Tanta cosa que leí mal, 
            en traducciones a veces pésimas y que al fin pude leer en el 
            original. Creo que el español siempre tuvo un diálogo 
            cerrado con la poesía y la literatura de Italia, acordémonos 
            de Cervantes y de Garcilaso. En Italia todo está lleno de Carlos 
            V y de Felipe II, de los hermanos Valdés que casi reformaron 
            la Iglesia queriendo hacer lo que al fin y al cabo hizo Lutero. Así 
            que ir a Italia fue encontrar un pedazo del alma que yo había 
            parido. Todo usado por el tiempo, las piedras, las esculturas, los 
            templos, todo lleno de una patina humana y calurosa. Allí esta 
            el aura de tantas generaciones que han vivido en esos patios, en esas 
            casas. ¡Y ver gente de físico diferente al nuestro! Me 
            acuerdo que al dar la mano, al saludar, sentía que mis manos 
            iban a ser destrozadas. Es una raza de mezclas muy diferentes, pero 
            diferentes a nuestra mezcla. Además, yo fui muy feliz de haber 
            ido a Italia cuando tenía mas de treinta años. Ya tenia 
            cierta preparación que me posibilitaba entender muchas cosas. 
            Me emocioné estar en el lugar donde estuvieron Velázquez. 
            Poussin, tantos otros... y sentí la misma devoción por 
            el pasado que ellos tuvieron; no se trata de una devoción muerta; 
            es un no querer dejar lo que se ha conquistador sino retomarlo, que 
            reviva y dé nuevos hijos, nuevas formas. Me deslumbraba con 
            la variedad enorme de ciudades en las que han quedado monumentos de 
            diferentes épocas: Siena, Florencia, Agrigento, y los pequeños 
            pueblos que son maravillosos con los postigos de las ventanas cerradas 
            a mediodía, y la plaza desierta. 
             
            Tienes razón en interesarte por las puertas y ventanas, en 
            realidad a mí me han impresionado desde toda la vida. Pues 
            mira, en Guadalajara las ventanas tenían muchísima importancia. 
            Era distinto estar afuera o adentro del balcón porque los novios 
            estaban afuera y ellas adentro. La ventana constituía algo 
            así como el sitio privilegiado para hablar. Ella podía 
            hablar con él, pero se encontraba dentro de su casa. Todas 
            las puertas en Guadalajara tenían después una reja y 
            de allí se entraba al patio. Era un estar dentro y fuera continuo. 
            Adentro es algo que en cierta forma te está vedado: la intimidad 
            o el salir de la intimidad. Pero la ventana, la puerta, tienen dos 
            lados. Si posas por la calle y ves una ventana, el significado que 
            tiene es uno, y otro muy distinto si la vez desde el interior de la 
            habitación. Por ejemplo, los burdeles en Italia tienen todas 
            las ventanas cerradas: ¿no quiere decir eso que la ventana 
            determina campos, espacios, un estar y no estar completamente adentro 
            o completamente afuera? Algo semejante ocurre con el marco del cuadro. 
            En la pintura este subterfugio que -como tu dices- es recurso manierístico, 
            toma otras dimensiones porque te obliga a separar, a deslindar una 
            situación pictórica. También es cierto que al 
            hablar de puertas y ventanas sigue persistiendo en mí la idea 
            de muerte, parque la puerta y la ventana están guardando eso, 
            eso que es el muerto, pero para mí no hay tal. Es la tradición 
            que esta allí encerrada, como en una caja fuerte... Hay que 
            olvidar al muerto como persona, pero hay que recordar sus obras, sobre 
            todo si quedaron escritas o expresadas en documentas, pinturas, arquitectura, 
            todo lo que hace el hombre. 
             
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